viernes, 14 de noviembre de 2008

la Verdad

El rostro de la verdad es terrible. ¿Cuál es nuestro deber? Ocultar la verdad al pueblo. El Antiguo Testamento dice: «El que mire a Dios a la cara, morirá». Él mismo Moisés no pudo mirarlo a la cara. Lo vio por detrás, y solamente el faldón de su vestido. Así es la vida. Engañar, engañar al pueblo para que el miserable tenga la fuerza y el gusto de vivir. Si supiera la verdad, ya no podría, ya no querría vivir. El pueblo tiene necesidad de mitos, de ilusiones; el pueblo tiene necesidad de ser engañado. Esto es lo que lo sostiene en la vida. Justamente acabo de escribir un libro sobre este asunto. Es el último.Está sobreexcitado, sus venas se llenan de sangre, sus mejillas se tiñen de púrpura, su busto se endereza. Se diría que rejuvenece.De un salto, se aproxima a la biblioteca, coge un libro, escribe apresuradamente algo en la guarda y me lo tiende:—Tome. Léalo y verá. Mi héroe (se trata del mártir San Manuel Bueno) ha dejado de creer. No obstante, continúa luchando para comunicar al pueblo la fe que él no tiene, ya que sabe que sin la fe, sin la esperanza, el pueblo no tiene la fuerza de vivir.

(Entrevista de Nikos Kazantzaki a Miguel de Unamuno)