lunes, 21 de abril de 2008

Bruma en mis pupilas

Busqué con tesón lo que mis ojos ansiaban contemplar, el Keherpas de Zoroastro, el Kalep persa, el Kovei-Khan de la filosofía india, el arcano de Paracelso, el limbuz de Swedemborg; oí la palabra de los monjes budistas en medio de las florestas del Tíbet; estudié las diez sephiroth de la cábala, desde el que simboliza el espacio sin límites hasta el que, llamado Malkuth, encierra el principio de la vida. Estudié el espíritu, el aire, el agua, el fuego, la altura, la profundidad, el Oriente, el Occidente, el Norte y el Mediodía; y llegué casi a comprender y aun a conocer íntimamente a Satán, Lucifer, Ashtarot, Beelzebutt, Asmodeo, Belphe-gor, Mabema, Lilith, Adrameleh y Baal. En mis ansias de comprensión, en mi insaciable deseo de sabiduría, cuando juzgaba haber llegado al logro de mis ambiciones, encontraba los signos de mi debilidad y las manifestaciones de mi pobreza, y estas ideas, Dios, el espacio, el tiempo, formaban la más impenetrable bruma delante de mis pupilas... Viajé por Asia, África, Europa y América...

El caso de la Señorita Amelia . Ruben Dario